Pedirán hasta 12 años de cárcel para una «Banda» dedicada a los asaltos violentos

Hacían inteligencia sobre cada familia víctima. Consumaron al menos tres atracos. Ataban a los vecinos y les apuntaban a la cabeza. Las escuchas fueron claves. Fiscalía consideró que fue una asociación ilícita y ya elevó la acusación.

Mientras pensaban un golpe, ya estaban ejecutando otro. Su modus operandi era ingresar armados sorpresiva y violentamente a casas de Trelew sabiendo que encontrarían víctimas vulnerables, en especial mujeres adultas. Iban preparados para atarlas. Conocían familias, horarios y cámaras de seguridad.

Atacaban en grupo y las golpizas eran feroces, siempre con superioridad numérica. Usaban handy y un «campana» para operar tranquilos y controlar la situación. Casi todos tienen ya condenas.

Operaban de noche para generar más vulnerabilidad y posibilidad de impunidad. Y usaban autos robados que la Policía no conociera.

La investigación fue de la fiscal Julieta Gamarra. Ya elevó la acusación, previa al juicio por jurados. Todos están presos.

Anticipó que pedirá 12 años de cárcel efectiva para Kevin «Oreja» Quiroga. Le imputa ser el jefe de esta banda de asaltos violentos en Trelew. Para su hermano Jonathan Gil solicitará 11 años de cárcel, bajo la misma acusación.
Para Gilberto «Gibi» Jones pedirá 6 años y para Nicolás «El Porteño» Salto, 7 años. Los considera miembros de la asociación ilícita.
Y para Federico Acosta, 4 años y 6 meses de prisión por encubrimiento y su rol en uno de los tres atracos que consumó el grupo.

Gil y Quiroga fueron los líderes. Los hermanos decidían cómo sería cada golpe y cómo y cuándo dividir el dinero. Sabían cómo eludir a la Policía y esconder el botín. Salto y Jones obedecían.

Aunque no es parte de la asociación, Acosta será enjuiciado por participar en un robo y por esconder en su casa llaves de vehículos de alto valor robadas en ese golpe.

Golpe uno

El primer episodio ocurrió el 18 de julio de 2023 en Las Mutisias al 2100 del Barrio Parque Las Margaritas de Trelew. Hay escuchas telefónicas de ese día temprano donde el grupo coordina para reunirse en casa de Quiroga antes del golpe.

Un audio de Gil dejó un dato clave: «Quedás re enchufado con las cámaras, amigo, tiene que ser un auto trucho ahí o un auto que no tengan ni ahí chabón, porque después la yuta nos va a venir a buscar de los pelos, te toman todas las cámaras».

A las 21.30 los cuatro ingresaron violentamente a la casa. Un quinto hacía de chofer, alejado del lugar.

Quiroga, armado y de guantes, rompió con un hierro el vidrio de la puerta de la cocina. Había una mujer de 60 años sola, cuidando la casa, cocinando y esperando a su pareja.
«Oreja» le tapó la boca, la tomó del cuello, la llevó a la habitación, la ató de pies y manos y le arrebató un celular Samsung A 12. «Su olor era nauseabundo», declararía ella.
Detrás ingresó el resto, de rostros cubiertos. Con un arma la amedrentaron: «Quédate quietita, no hagas nada sino te vamos a hacer boleta

Pedirán hasta 12 años de cárcel para una "Banda" dedicada a los asaltos violentos

La captura de Gilberto «Gibi» Jones, otro de los involucrados.

Fueron 35 minutos de calvario. La mujer tenía cubierta su cabeza con una remera y le exigían dólares, joyas, y la caja fuerte. Le preguntaban: «Dónde está la otra vieja que vive con vos». Habían seguido a la familia y sabían que en la casa solía estar su tía, de avanzada edad.

Cuando llegó la pareja de la víctima, la banda se fugó por el patio de la vivienda, que limita con el río Chubut. La mujer dijo que Quiroga, que la redujo y la custodió era ágil y rápido: «Se movía como un mono».

Se captó una comunicación casi a la medianoche, con el robo consumado. Gil habla con Rosa, su concubina. Susurran. Él pregunta: «Gorda ¿todo tranquilo por allá?»; ella dice que sí, que lo esperaba para cenar. Gil responde: «Aguantá que todavía no puedo salir de acá, fijate si andan buscando a los chicos; quedate atenta y te llamo cualquier cosa». Había dejado su teléfono y usa el número de su hermano. O sea que estaban juntos luego del hecho. Estaba alerta por si alguien lo iba a buscar.
En el último contacto su pareja le pregunta a Gil si tardaría mucho. Responde que en media hora: «Estoy acá en la cancha». En la jerga, en pleno delito.

Una de las audiencias en los tribunales de Trelew.

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Las escuchas detectaron que el 20 de julio, dos días después, Gil se enoja con Quiroga por quedarse conel Samsung A12 sin avisar: «Boludo, si no le dijiste a nadie que te lo ibas a dejar, dijiste que lo ibas a desbloquear». Kevin le responde que se lo quedaba y después les daba la plata. Gil se enoja más porque el dinero era para otras personas: «Cuándo nos la vas a dar, no nos vas a dar más Oreja, te conozco».
Si ese teléfono se vendía, la plata se repartía: «Cuando yo me dejo algo me lo hacen pagar enseguida; aparte después no nos pagás más, no dijiste de entrada éste me lo voy a dejar». Kevin retruca: «Les dije a los otros dos pibes, saben». Eseteléfono robado terminó en manos de una vecina que lo compró de buena fe vía Facebook y se lo entregó a la Justicia.

En otra charla, Jones le pregunta a Gil por billetes de australes robados en Las Mutisias: «¿Son viejos, no?». Gil responde: «No sirven, algún coleccionista nomás». Los australes eran nuevos, un recuerdo del dueño de casa, jubilado de un Banco. Los hallaron en casa de Gil.

Golpe dos

El segundo robo ocurrió en Finca El Paraíso el 1º de agosto.
Ya el 23 de julio la banda se reunía para ir a mirar «ahí abajo». Decían así porque para llegar al lugar desde las casas de los hermanos habíaque bajar una loma, llegar a la ruta y seguir bajando.
En una escucha, Gil dice que ya pasó por la casay «está regalada, hay que meterle ahí». Hablan de «ir a ver a ese que le falta la pata». Hablaban del dueño: sabían que llevaba dos meses sin coche.

La vigilaron la noche anterior. El grupo no lograba encontrarse entre sí. Por eso para ubicarse mencionan: «La casa del milico, donde bajaron ustedes, en los tamariscos». Se referían a una chacra cuyo dueño es un suboficial principal.

La detención en 2023 de Kevin «Oreja» Quiroga, presunto jefe de la banda.

El 1º de agosto comienzan a comunicarse para organizar el asalto. Por la tarde se reúnen en casa de Quiroga.

Esa noche destrozan la ventana del frente. Ingresaron 7 hombres: Gil, Quiroga, Acosta, Jones, y tres sujetos no identificados.

El matrimonio dueño de casa regresaba en su Citröen Air Cross. Al bajar en el estacionamiento los atacaron. Tres golpearon con puños y patadas a la mujer y otros tres a su esposo. «Quedate quieta», le decían a ella.

Un sujeto le tapó la boca. Ella le dio un puntapié pero no logró zafarse. La tomó de la mandíbula y se la giró para que viera cómo golpeaban a su esposo. Como no podían derribarlo, un cuarto sujeto lo tacleó. Le pegaban entre todos. Para frenarlos, ella dejó de resistirse.

Los ataron en el baño del quincho con alambres, bufandas y cordones. Les exigían la caja fuerte y pedían por «los verdes». Un sujeto con handy los custodiaba. Hablaba con otro hombre: «Trabajen tranquilos, acá esta todo normal, no hay movimientos, todo bien, zona despejada». Desde el interior decían: «Acá todo bien, no aparecen los verdes».

Cuando los atacantes regresan al baño y descubren que el hombre tenía billetera y llaves, lo golpean: «Sos un gil, ¿para qué te resistís si ya estás robado?». Su esposa se tiró encima para que dejaran de golpearlo, pero la atacaron también.

Gil ingresó al baño con la luz prendida. Ella levantó la cabeza, lo miró a los ojos y le dijo que no tenían ni caja fuerte ni dinero. El ladrón se enfureció y la trompeó en la cabeza gritándole: «¡Te dije que no me mires!».

Todo duró 40 minutos. Huyeron en el Citröen robado. Las víctimas se desataron y rompieron la puerta del baño para salir.

Una noche después, la Brigada identificó a Gil y Acosta en dos de las bicicletas robadas. En una escucha Gil admite que los sorprendió la Policía «por el caño de ayer».

La fiscal Gamarra ya presentó su acusación contra el grupo.

La víctima reconoció a Gil entre 789 fotografías. Para estar segura pidió una hoja para tapar la cabeza y boca, dejando al descubierto solo sus ojos. Pasados 9 meses, con Gil prófugo, de nuevo lo reconoció en rueda.

En las escuchas hay referencia al televisor Smart de 50 pulgadas que robaron de la casa. Lo tenía Quiroga, que explica cómo activar Netflix y Youtube mientras Gil le pide fotos porque estaba casi vendido. Los hermanos hablan en código de ocultar armas, municiones y parte del botín.

En una escucha del 9 de agosto Micaela, pareja de Salto, se enoja, lo insulta y lo amenaza con delatarlo: «Hijo de puta me la vas a pagar todas, mando en cana a todos, al boli, Carlitos, al Kevin». Salto sonó despreocupado, sin negar su autoría: «Hacelo, no estoy ahí. Jodete, gila».

Golpe tres

El tercer robo fue en Venezuela al 1400, el 13 de agosto. Ese mismo día se reúnen. Por teléfono Quiroga le pidió a Gil: «Acordate del collar». Su hermano le confirma: «Ya está, te estoy diciendo». Eran los precintos para atar a sus víctimas.
En otras escuchas se oyen voces de fondo vinculadas al plan. «El Porteño que se quede ahí, nosotros reducimos, lo atamos y que se quede mirando nomás».

Minutos antes de las 21.30 pasaron varias veces por el frente con el Citröen robado del atraco anterior. Estacionaron, bajaron 5 y uno se quedó en el coche.

Rompieron a patadas una ventana. Eran Gil, Quiroga, Salto, Jones y un quinto no identificado.
En la cocina había una mujer de 53 años. Tras la explosión dos encapuchados la tomaron del cuello con fuerza, la tiraron y la ataron con precintos.Entró el resto. La víctima describió a Quiroga como flaco y ágil para moverse. Desordenó todo. Cuando gritó desesperada le dijo: «Cállate vieja de mierda».

No se movía de su lado. Le apuntaba a la cabeza y le pedía dólares. Intentó callarla colocándole en la cabeza y en la boca un cable cargador de teléfono. Hablaba con un handy con un «campana» que le pedía que busque los dólares.

Los gritos despertaron a su madre, de 71 años. Pensó que era su nietita. Bajó descalza la escalera y los vio. Retrocedió pensando en saltar por la ventana. Quiroga la interceptó y la tiró desde el tercer escalón. Cayó desmayada. La sentaron y le dieron un vaso de agua. Sintió dolor en el pecho. No podía hablar.

Los encapuchados hasta usaron carne de la heladera para encerrar en un depósito al dogo de Burdeos, cachorro de la familia, inofensivo pero que no paraba de ladrar.

Sentadas y atadas, la abuela y su hija le dijeron a Salto -que las custodiaba- que no tenían dólares. Que se fueran porque estaba por llegar su gente. Respondió: «No me importa, mirá lo que tengo acá», y se tomaba la cintura diciendo que tenía un arma.

Todo duró 20 minutos hasta que se fugan en el Citroën. Les dejaron un cuchillo para desatarse. Al coche lo incendiaron en barrio La Costanera.

En una escucha posterior el grupo hablaba del perro de las víctimas: «Dogo francés ¿no?»; «Te muerde te hace mierda, ¿cómo te lo sacás de encima?»; «Le cerré la puerta pero tenía ganas de morder; «Yo le ponía la silla, encontré una puertita al lado la abrí y ni habló la vieja»; «Muerde a uno nomás y se va»; «Tiene la cabeza así el perro boludo»; «No era malo pero sabés que te llega a agarrar»; «Cuando gritaba la vieja»; «Si lo dejás que encare y no le hacés nada te encara a vos».

La noche del 18 de agosto Kevin le dice a su hermano: «Vendimos eso en 110». Le pide un CBU para transferir su parte. Y aclaran que el reparto será «entre todos los que estábamos, yo estoy acá con los otros dos Gibi y Porteño».

El 25 de agosto un tal «Beto» llamó a Salto desde una cárcel para preguntarlecómo estaba afuera. Salto le responde que le habían «dado» a un empresario y entre ocho se dividieron el dinero, 80.000 cada uno. A Salto fue muy difícil identificarlo ya que recién en mayo de 2023 cumplió condena en la Unidad 6. En Facebook había hasta fotos de él en la cárcel.

Una escucha

Quiroga: Necesitamos dos auto boludo.
Gil: Y si el auto lo tienen ahí, ustedes andan meta pelotudear con el otro boludo.
-Si el otro ni me pone el auto, si no sale ni a vender las cosas, nada.
-Y si a mí me dijo ayer que sí, boludo, si yo fui con él y pasamos a mirar.
-Encima quedó re filmado el pelotudo.
-Sí, así dicen.
-¿No vieron nada ustedes?
-No, ni lo vi.
-Te regalaste boludo, ¿vos andabas así nomás, todo tapado no?
-Sí.
-Ah bueno no pasa nada, está justo apuntando para ese lado una, ahora iba a subir el otro así vemos qué mierda podemos inventar.

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