Milei y Vidal, los dos se encontraron con el poder y ambos creen que están ahí por mérito propio y no por el hartazgo de la gente
Javier Milei como Presidente y Claudio Vidal como Gobernador de Santa Cruz, tienen mucho en común. Ambos no son políticos, sino que provienen de actividades distintas, privadas y sin vinculaciones con la política partidaria y si bien Vidal ya había incursionado en el Congreso, de la mano del kirchnerismo, el actual presidente de la Nación era solo un economista simpático, extrovertido y exótico panelista de televisión, a quien la gente lo apodaba cariñosamente “el loco” o “el insufrible”.
Ambos (MIlei y Vidal) tuvieron un contexto socio-político apropiado para desarrollarse. Un país destruído por 20 años de corrupción e inoperancia, los últimos 4 años de gobierno K con el inútil de Alberto Fernández al timón y la cara de Sergio Massa luciendo con las cejas levantadas diciéndole a la gente “yo no fui…”, mientras la inflación, la inseguridad y el robo de las arcas públicas no cesaba; esa cruda realidad cambió “el modo automático” del votante argentino y a finales del 2023 hasta los mismos peronistas los eyectaron del poder y Javier Milei fue el catalizador de esa bronca, ese hartazgo popular de tantos inoperantes y chorros que azotaron el país desde el 2003 (y mucho antes también), pero que se habían descontrolado en el último periodo (2019/2023) y amenazaban con continuar la destrucción nacional.
Y aquel exótico personaje que se paseaba por los canales promocionando las ideas locas de los “anarcocapitalistas”, un día fue Presidente.
En Santa Cruz la cuestión era aún peor. Treinta y dos años de kirchnerismo ya eran suficientes. La provincia convertida en un gran feudo, funcionaba como una máquina aceitada, productora de impunidad, corrupción, autoritarismo y en las últimas dos gestiones a cargo de Alicia Kirchner, “el modelo” se había profundizado a valores increíbles.
La Educación, la seguridad, los servicios, los negociados, el nepotismo, la salud y la economía provincial (mal distribuida) junto con cientos de cuestiones de orden institucional como la Justicia, la economía y las empresas públicas, deficitarias, obsoletas, plagadas de ñoquis, las Cajas (Previsión y Servicios Sociales) con pérdidas descomunales, acomodos, servicios malos e insuficientes, amiguismo y el Estado como botín, redujo sensiblemente la capacidad de resistencia al cambio que tenía la gente, muchos de los cuales por años quisieron cambiar al gobierno en las urnas, pero la inefable Ley de Lemas hacía que el más votado fuera el que perdiera y la estructura minoritaria pero abastecida con fondos públicos, se impusiera.
Y entonces, aquel sindicalista que nació mezclado con los peor de la política provincial y luego armó una coalición con una oposición santacruceña diezmada por los egos, ganó la Gobernación.
¿Nosotros señor?. Gracias señor
Los primeros sorprendidos fueron ellos. Tan poco ilusionados estaban ambos de coronar ciertamente la utopía que se habían planteado, de ser poco más que una resistencia política con posibilidad de construir poder a cuatro años vista, como meta más esperanzadora, que en ninguno de los dos casos, se preocuparon por crear, sostener y construir una plataforma de gobierno seria, concreta, profesional y que apoyara fácticamente, llegado el caso, los discursos de oportunidad que daban en sus campañas, diciendo lo que todos querían escuchar, pero no lo que podían hacer.
Milei ganó con el 55,69%, asociado al PRO y a Juntos por el Cambio y no poseía ni gobernadores ni intendentes como propia tropa; eran todos prestados por sus ocasionales aliados que lo llevaron al triunfo. La gente no había votado a MIlei solo por lo disruptivo que se mostraba o porque deseaba verlo manejar la motosierra o encender la licuadora; lo votaron porque odiaban el status quo, querían quitar el tumor maligno llamado kirchnerismo, del tejido social, así tuvieran que sufrir la falta de un anestesista en esa drástica mesa de operaciones.
Claudio Vidal ganó en Santa Cruz por el 46,5% con el kirchnerismo tocándole los talones, pero fue un triunfo épico, por cuanto hacía 32 años que la familia Kichner había hecho suya la casona de calle Alcorta y desalojarla de allí, era casi un grito que se escuchaba a lo largo y ancho de la provincia, sin importar, claro está, lo que estuviera por delante.
Y el petrolero ganó la gobernación sin plan, sin una plataforma de gobierno, sin estudio de la situación, sin equipo profesional, solo con fondos del sindicato, una empresa petrolera y algunos intendentes, tomó las riendas a partir del 10 de diciembre del 2023 bajo el incierto principio del “vamos viendo…”. Entonces trasvasó los colaboradores, amigos y hasta la contadora pública del sindicato de Petroleros Privados, a la Casa de Gobierno y por debajo, las segundas y terceras líneas en organismos, empresas y hasta en el Ministerio de Economía, siguieron siendo las que tenía Alicia Kirchner, es decir, nada había cambiado.
Milei instauró la motosierra, el grito libertario, la licuadora itinerante, se dedicó a bailar, a viajar, a pelearse con todo el mundo, a odiar al periodismo crítico y subido al carro de triunfo de una “recuperación económica” que explica en términos de Murray Rothbard, su guró económico, nos deja pensando en lo bien que nos va en “la macro”, pero viviendo diariamente lo malo de “la micro” y así llegamos a seis meses donde nos tiene a los argentinos bajo “las fuerzas del cielo”, sus nuevas ideas obtenidas de las largas charlas con Conan a través de la medium Celia Melamed quien le enseña actividades metafísicas a Karina Milei, la posesiva hermana de Javier que nadie la votó pero dirige el circo y está armando un partido propio para que en el 2027, pueda continuar la gesta.
Sin margen ni idealismos
Los jubilados nuevamente usados como variable de ajuste, el empleado público despedido o cobrando sueldos bajos, la productividad que no arranca, la recesión, la inflación que galopa fuerte después de una siestita económica donde parecía repuntar la esperanza, el riesgo país que trepa, el dólar que se mueve, la caída en las ventas por sobre valores históricos, el índice de pobreza que lejos de aflojar sube, los números del INDEC que pareciera volvió a reescribirse como en la época de Cristina y Moreno, 600 leyes metidas en un proyecto, con intenciones de que el Congreso donde MIlei tiene minoría, las voten a libro cerrado, solo por nombrar algunas de las cuestiones más destacadas, hacen que extrañamente el presidente siga teniendo aceptación, porque en realidad, nadie quiere volver al barro en que nos había metido el kirchnerismo. Pero cuidado, la gente ya ha comenzado a hartarse de todo esto, también.
En Santa Cruz la falta de manejo de la salud, la educación y los servicios, es tan evidente que el Gobernador no solo recibe crítica de aquellos dolidos a los que les ganó en las urnas, sino que ha comenzado a ser comidilla de las redes sociales y criticado tanto en un café como en cada lugar de trabajo donde el empleo público está exactamente igual que hasta diciembre del 2023, pero con mayor incertidumbre. Los únicos que no lo critican es la prensa provincial. Allí su gestión tiene el beneficio de la duda y seguramente tendrá cuatro años de apoyo irrestricto, mientras fluya la pauta oficial.
La provincia ha cuadruplicado sus ingresos en 6 meses y las escuelas no fueron reparadas, a pesar de la propaganda oficial donde el gobernador Vidal y sus ministros se ponían el mameluco y agarraban un tarro de pintura para la foto: la recomposición salarial que alentaba en campaña, sigue siendo tan magra y parcializada como la de Alicia y como antes, volvieron los paros docentes; la seguridad sigue cuestionada, SPSE es una empresa desinversionada y donde los mismos de antes hacen lo mismo de siempre; Vialidad no puede cubrir las demandas en un invierno duro; en lo legislativo si bien hubo algunos intentos de mejorar lo anterior de parte del Vicegobernador Fabián Leguizamón, la primera acción del gobernador fue “doblar” a dos diputados K para asegurarse la mayoría en la Cámara de Diputados, con el fin de que todo lo que envíe, no se discuta y se apruebe.
La prueba más patética de ello fue el papelón de la última sesión y en extraordinarias Vidal logró aprobar la derogación de la Ley de Lemas, pero no propuso un nuevo sistema electoral para la provincia y modificó la ley 500 en la cual los integrantes del Tribunal de Cuentas entran y se van con el gobierno de turno, por lo tanto, siendo un organismo auditor partidario (como lo fue el actual con el kirchnerismo) no existe ninguna garantía de control. Y como si fuera poco todo esto, en la misma sesión dieron acuerdo para que como presidente del TC asuma una mujer sin experiencia, que es la cuñada del Ministro de Gobierno. Técnicamente, todo más o menos como antes, pero con otros apellidos.
El problema de Milei como de Vidal, es que no asumen que no están allí por elección sino por falta de opciones. La gente votó para romper el estatus quo y no importó quien era el que se ofrecía en la lista, sino (y lo único que importaba) era el cambio. El cambio llegó, tanto a la Nación como a la provincia. ¿Realmente llegó el cambio?.
Hoy, el voto es sumamente sensible y volátil y eso lo deben saber tanto Milei como Vidal. Ninguno está seguro más allá de los 4 años y el ciudadano compra cada vez menos los espejitos de colores, las mentiras, los engaños y las promesas de campaña. Los hechos marcarán el futuro de presidentes y gobernadores. Y seguramente si la sociedad es capaz de volver al barro, no será por su culpa, sino por gente que no está capacitada para gobernar y se meten en la aventura de intentarlo pensando “si estos llegaron, por qué no lo voy a hacer yo”; y es posible que en algún momento haya funcionado, pero no creo que la sociedad esté dispuesta a soportar tanto maltrato como en los últimos años y decida cambiar cada 4 años tantas veces como sea necesario hasta encontrar alguien apto y honesto que haga lo que dice y diga lo que realmente va a hacer. (Agencia OPI Santa Cruz)